Padres con hijos adolescentes
Es muy complicado hablar sobre este tema, ya que hoy en día parece que nada es correcto o todo está mal; aunque, si prestamos atención, pues es lo mismo. Pero a lo que me refiero con "complicado" es que por ahí escuché esta crítica o ejemplificación que no me suena del todo errónea: la exclamación “hijos de cristal con padres de algodón”. Pero, ¿qué significa esto? Que tenemos padres que sobreprotegen a los hijos y que confunden la protección con la sobreprotección. Los "hijos de cristal" son aquellos que todo el tiempo se sienten vulnerables o frágiles y que necesitan o exigen protección especial.
Si sumamos esto a las características comunes de la adolescencia y consideramos que hoy en día los padres están muy ocupados y preocupados, y que lo que menos tienen es tiempo para la crianza, los hijos son cuidados por alguien o por aplicaciones. Sí, aplicaciones: por ejemplo, si quiero llamar a mi hijo, le envío un WhatsApp; si quiero demostrar públicamente mi amor hacia él, realizo un video en TikTok; si queremos compensar momentos, le compraré algo en las distintas plataformas de ventas. Así mitigamos las ausencias, pero, al final, para ellos trabajamos. Entonces, nuestro amor, atención y responsabilidad con ellos se han vuelto virtuales, hasta el punto de que, si queremos saber dónde está, también utilizamos aplicaciones de localización. Pero, en fin, tampoco nos preocupemos de más, solo son las soluciones a problemas comunes de la adolescencia, sufrida tanto por nosotros como padres.
Analicémonos; algunos tuvimos mucho, otros casi nada, pero lo que casi siempre hubo fue mínimo una figura paterna que estaba al 100% con nosotros. Siempre he considerado que si se nos hubiese dado un manual de cómo educar a un hijo, tal vez fuese más fácil. Y digo "tal vez" porque a muchos no les gusta leer. Nosotros, como seres humanos, pasamos por ahí; analicemos la diferencia y si hay muchas, que de manera de introspección personal podemos enumerar del 1 al 1000. Sin embargo, una de las que no faltará en ninguna lista es la presencia, tanto en cantidad como en calidad, de uno o ambos padres.
En estos tiempos, los padres de familia, por cuestiones económicas, liberaciones de género, crecimiento personal, etc., se han adentrado al entorno laboral para que con ello no se tengan las carencias que antes se tenían o al menos el mismo nivel. Es ahí donde dejamos a los adolescentes. Todos sabemos ya las características de la adolescencia; en cualquier lado podemos investigar. Es así donde regreso al comentario del principio: nada es correcto o todos están mal. La verdad es que se hace lo que se puede. Los adolescentes cada vez son más difíciles en el sentido de que elevamos expectativas de vida, derechos y compensaciones, y disminuyen las obligaciones, los respetos y valores. Pero no porque no se los enseñen, sino porque nada es suficiente en comparación a un iPhone 15 y porque la atención es equivalente a una buena señal de wifi.
No les estamos enseñando a los chicos a valorar cosas sencillas como una plática o el respeto a los mayores. En nuestro afán de criar seres libres, no hemos puesto límites y ya aquí, a lo mejor, me meto en camisa de once varas porque sueno a crítica o que estoy juzgando, pero a alguno nos caerá el 20.
Los padres no debemos olvidarnos de que también fuimos adolescentes, fuimos traviesos, rebeldes y, más aún, que todo adulto fue casi un enemigo porque pensábamos que no nos entendía y tal vez fue así. Pero démosle a los chicos el beneficio de la duda y el valor que realmente tienen sus problemas. A lo mejor no podemos dar más tiempo o incluso dinero, no porque no queramos, tal vez no se pueda. Pero mi consejo es valorar esa lágrima porque no les queda la ropa o porque su ex mejor amigo ya no les habla. Es decir, no minimicemos sus problemas, ya que para ellos es enorme, aunque a nuestros ojos sea fácil. Créanme, no es así. Con los varios años que tengo trabajando con adolescentes, la gran mayoría los odia, sí, así es, odio. Otros ni siquiera saben cómo acercárseles. Unos más son buenos engañándolos, y una pequeña pero significativa cantidad nos tienen miedo.
Y es ahí donde ellos buscarán refugio en amigos o conocidos en las redes. Si bien nos va, en alguien de la escuela, algún maestro o tutor. Muchas veces les damos la razón a nuestros hijos en problemas escolares cuando la solución de ellos fue la mentira. Y las creemos, démosles el 50 y 50 de razón.
Tener hijos adolescentes es difícil, lo sé por experiencia, pero no los perdamos dentro de casa o en una aplicación. Un chico que no se expresa con sus padres algo pasa, uno que lo hace de más algo pasa. Pero también cuando alguien más nos dice que algo pasa, como por ejemplo que se portó mal o va mal en la escuela y nuestro hijo dice que no, créanme, algo pasa.
Vamos a apoyar a nuestros hijos, pero también vamos a dejarnos ayudar. No tomemos las opiniones como algo malo, sino como una señal de que algo puede pasar y, a lo mejor, no hemos visto. Los padres con adolescentes es un tema muy variado y trillado. No lo tomen como una etapa nada más, es decir, mi hijo es así porque está en esta etapa. Acompañémoslos e involucrémonos. Más aún, informémonos porque esta etapa también es de nosotros.
Por: Psic. Ruth Berenice Olivares Santiago